martes, 25 de noviembre de 2008

Breve reseña histórica de la halterofilia


la halterofilia aparece esbozada ya en las más primitivas culturas. Los estudios antropológicos demuestran que en la tribu – primera forma de agrupación social – el liderazgo solía recaer sobre el mejor cazador y guerrero. Las cualidades que adornaban a este líder eran eminentemente físicas y pueden resumirse en tres: velocidad, resistencia y fuerza. Las dos primeras potencias se ponían de manifiesto en el acto de correr. Para evaluar la fuerza se recurría principalmente a la lucha y al levantamiento de pesos variados.3.600 años de Cristo, los emperadores chinos realizaban ejercicios diarios de fuerza y al final de la dinastía Chow (1122-1249 a.C.) las pruebas de halterofilia eran requisito indispensable para acceder al ejército.En la Grecia del siglo VI a.C. se practicaba el levantamiento de enormes piedras, otro precedente de la halterofilia actual. El alzado de pesas se asentó también a través de un cauce menos noble: el tráfico de esclavos. Cuando querían calibrar la “mercancía” sin dañarla en un combate, los griegos clásicos y los corredores de gladiadores de la Roma imperial recurrían a un tosco precedente de las modernas pruebas de halterofilia.A partir del siglo XVI, la fuerza se convirtió en un espectáculo circense. De todas maneras, los científicos también se ocuparon del tema: así, el físico Galán realiza comentarios en sus escritos sobre los ejercicios con harteras.A partir de la segunda mitad del siglo XIX es cuando el levantamiento de pesas recobra su dignidad y se dota de un carácter deportivo. En esta época, las competiciones físicas comenzaron a adoptar una reglamentación que permite por vez primera hablar de deporte en el sentido actual del término. La halterofilia no fue una excepción en esa corriente finí-secular.Los orígenes documentados del levantamiento de pesas radican en Centroeuropa. El primer gimnasio-escuela especializado de modo coherente en el levantamiento de pesas apareció en Viena, en 1884, bajo la dirección de Wilhelm Türk, quien se había distinguido como el mejor halterófilo de la capital austríaca.Ochenta años antes del nacimiento del centro de Türk, su compatriota Alfred Palavicini había entrado en los anales con un levantamiento de 100 kilos en dos tiempos. El prestigio de Palavicini y Türk confirma que el levantamiento de pesas generaba ya múltiples campeonatos y movilizaba a una nutrida afición.El primer campeonato de Europa de halterofilia se disputó en Rotterdam, en el mes de marzo de 1896. En el mismo año se celebraron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, en los que estuvo presente el deporte de la barra y las pesas. Dos años después del debú olímpico, Viena, cuna de la halterofilia actual, acogió los primeros campeonatos mundiales.A pesar de contar desde el primer momento con reconocimiento olímpico y alto número de competidores, el esfuerzo de los halterófilos se diluyó bastante por la carencia de una organización directiva. En algunos países, la halterofilia creció vinculada burocráticamente a modalidades a las que sólo servía de soporte, caso de la lucha libre o la gimnasia. De hecho, hasta 1920 no se creó la Federación Internacional de Halterofilia. Antes de ese año, el nuevo deporte dependía de la Federación Internacional de Lucha, organismo que no le prestaba excesiva atención.En la actualidad, la Federación Internacional de Halterofilia (IWF) agrupa a más de 200 organizaciones nacionales, lo que convierte al órgano rector supranacional en uno de los seis mayores en el mundo del deporte.Mucho más breve es la historia de la halterofilia femenina. Las mujeres se incorporaron a esta modalidad muy tarde, sólo a partir del congreso que mantuvo la IWF en 1984. El primer mundial femenino data de 1987.La competición tradicional de halterofilia incluía tres ejercicios puntuables: la arrancada, el dos tiempos y el movimiento de fuerza. A partir de la Olimpiada de Múnich, en 1972, se simplificó la competición suprimiendo el ejercicio de fuerza. La historia de la halterofilia universal está plagada de nombres míticos.

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